Un nuevo estudio confirmó en los Estados Unidos lo que viene demostrándose en trabajos similares de otros puntos del planeta: los niños están recibiendo una sobredosis de comerciales de comida chatarra en los programas de tv que miran regularmente.
Los más chicos, de entre dos y siete años, ven una docena de avisos de esas comidas por día, aseguran los investigadores, y casi la mitad de los comerciales destinados a los jóvenes de 17 años o menos les “venden” caramelos, snacks, gaseosas o comidas rápidas.
En el estudio, que abarcó unos 8.800 avisos y fue realizado por
Los responsables de
Advertencia
“Si no hay progresos, la industria seguramente tendrá que atenerse a las consecuencias”, declaró Adonis Hoffman, vicepresidente senior de
El estudio sigue a un reporte de 2005 realizado por el Institute of Medicine (un ente financiado por fondos federales), que vinculó directamente a los comerciales de comidas con la obesidad infantil. En diciembre último,
Diez de los mayores anunciantes de comidas y bebidas –entre ellos Coca-Cola, PepsiCo y Kellog Co.– acordaron en noviembre adoptar nuevas reglas para la publicidad dirigida a los niños. Pero habrá que esperar hasta agosto próximo para conocer detalles de esas normas y cómo van a ser instrumentadas.
El programa, que es voluntario, deja anchas brechas que pueden permitir su desnaturalización. Por ejemplo, los participantes deberían promover en la mitad de sus avisos dietas saludables alternativas o mejores estilos de vida. Pero nada les impediría deslizar esos mensajes dentro de comerciales de golosinas o chips, reconoció uno de los líderes del programa.
El nuevo estudio intenta satisfacer a los responsables de la formación de nuevas políticas en la materia, “que quieren saber qué cantidad de avisos de esas comidas pueden ver los niños en la tv, de qué tipos de comidas, y qué tipo de apelación se está utilizando para atraer a la audiencia infantil hacia esos productos”, precisó Vicky Rideout, integrante de
“La obesidad infantil no es sólo un tópico de moda –agregó–. Es un problema muy serio que está teniendo un efecto devastador sobre las vidas de millones de chicos y familias en este país, y que puede impactar en el sistema de salud de los Estados Unidos durante muchos años más”.
Entre los avisos de comidas dirigidas a los niños y adolescentes, los más comunes son los cereales, con 29 por ciento del total. Los locales de fast-foods y los comerciales de golosinas les siguen con 10 por ciento cada uno, y en orden decreciente aparecen las gomas de mascar (9 por ciento), los locales de comidas tipo delivery (7 por ciento) y las golosinas frutales (6 por ciento).
Los medios
Las empresas de medios han tenido una actitud variada frente a las acusaciones de un vínculo directo entre la obesidad y la publicidad.
Disney Channel utiliza publicidad no convencional y recientemente ganó elogios por un plan que limita las licencias de sus personajes para promover comidas infantiles altas en grasas y azúcar agregado.
El canal presenta además breves programas de instrucción de ejercicios físicos a los niños en edad preescolar, y en ciertos espacios, como That’s so raven y The suite life of Zack & Cody, han aparecido tramas que tocan el tema de la nutrición.
Pero al mismo tiempo, ABC Family, un canal que también es de Disney, emite cerca de siete minutos de avisos de comida chatarra durante cada hora de su programación infantil, comparado con menos de cuatro minutos de su rival Nickelodeon, según el estudio. El canal de
Nickelodeon, cuyo target es predominantemente infantil, ha prometido dedicar 10 por ciento de su tiempo a promover la alimentación sana.
En un panel de discusión que siguió a la difusión del estudio de Kaiser, Dale Kunkel, miembro del comité del Institute of Medicine que sigue el tema, dijo que el informe era significativo porque mostraba un panorama completo de lo que está ocurriendo en la publicidad en este terreno.
“El lento y acumulativo goteo de los avisos tiene un efecto mucho mayor en los chicos que los comerciales tomados en forma aislada”, reflexionó Kunkel, que es profesor de comunicaciones de
En la otra vereda, Dan Jaffe, de