El legendario Clint Eastwood habló de un “entretiempo en América” en un controvertido spot emitido durante el Super Bowl.
En China, hoy, el Jeep de Chrysler enfrenta su propio entretiempo.
El mercado chino de SUVs ha tenido un record de explosivo crecimiento, con casi 2 millones de unidades vendidas en 2011. Para poner esa cifra en perspectiva, el mercado de SUV, sólo en China, es mayor que las ventas totales en Italia y Corea.
Pero Jeep entregó sólo 22.294 vehículos el año pasado, lo que relegó a la orgullosa marca a un status de jugador “de nicho” en China. Esa cantidad parece aun más pequeña dado que Jeep vendió más autos hace 20 años a través de su ex joint venture, Beijing Jeep, de lo que vender hoy en día.
Tres formidables obstáculos se interponen entre Jeep y un retorno glorioso en China.
Primero, Jeep debe asegurar una licencia para producir vehículos en el país. Las importaciones están sujetas a un recargo del 25%. Con una tasa del 17% de valor agregado más los nuevos impuestos punitivos sobre vehículos importados de Estados Unidos, el precio de un Jeep Grand Cherokee puede llegar a 80.000 dólares (503.000 yuans).
Hay conversaciones con el socio de Fiat, Guagzhou Automobile Group, para producir Jeeps en China. Esto reduciría considerablemente los precios, pero la reciente decisión de Beijing de quitar los incentivos para la inversión extranjera en el sector automotriz hará más lento el progreso y endurecerá los plazos. El status de outsider que tiene Jeep es aun más irónico porque Chrysler fue el primer fabricante de autos que consiguió una licencia para producir localmente en China, en 1983.
El segundo desafío para Jeep es hacer sus modelos Patriot y Compass tan atractivos como el nuevo Gran Cherokee. Ahora no es el caso, porque Chrysler nunca ha invertido los recursos para hacer irresistibles a los Jeeps más pequeños. SUVs más pequeños como el Honda CR-V y el Volkswagen Tiguan son los favoritos de los consumidores chinos. Jeep debe igualar o superar esas ofertas para entrar en el juego.
El mayor obstáculo que enfrenta Jeep –después de la venta de autopartes y servicio- puede ser el más desafiante. Los consumidores siempre demandantes esperan altos niveles de conveniencia, calidad y servicio.
Los líderes de Jeep en la región están advertidos del desafío. Mike Manley, jefe de las operaciones asiáticas de Fiat-Chrysler, dijo el mes pasado que Jeep intenta más que duplicar su cadena de concesionarios a más de 50 representantes.
Eso sería un paso en la dirección correcta, a pesar de que Jeep seguiría siendo una marca de nicho. Competidores como General Motors, Volkswagen y Hyundai tienen cada uno más de mil concesionarios en China.
Se supone que Jeep debería tener un gran suceso si Fiat espera tener éxito en su reingreso dentro del mercado chino.
Y eso puede ser dificultoso, ya que los consumidores chinos ven a los productos de Chrysler como vehículos de alto consumo, y por ello no adaptados a un mercado donde los consumidores ponen al ahorro de combustible como una alta prioridad.
Trabajando a favor de Jeep –su receta secreta- está su ilustre nombre de marca. Los consumidores chinos prestan gran atención a las marcas prestigiosas, y Jeep todavía tiene ese haber en tierras de la República Popular.
Como dijo Clint Eastwood, el momento para que arranque el segundo período ha llegado. Si Jeep puede ganar aprobación para la producción local, le pone más sabor al Compass y ofrece un buen servicio, el mercado de SUVs de China le ofrecerá un costado positivo como no habría ninguno en el mundo.
(El autor de esta nota, Michael Dunne, es autor de American Wheels Chinese Roads The Story of General Motors in China, entre otros libros)