Hasta los norteamericanos (es más, hasta los simpatizantes del Partido Demócrata) admiten que su sistema de primarias electorales es tan complicado que nadie lo entiende.
Menos lo comprenden los rivales del Partido Republicano, pero éstos al menos disfrutan el ver como Barack Obama y Hillary Clinton se despellejan públicamente entre ellos, lo que de momento despeja el camino de John McCain.
Encima, el veredicto dependerá del voto de los llamados “superdelegados”, alrededor de 800 personalidades de distintas procedencias, que pueden inclinar la balanza hacia uno u otro postulante.
Entretanto, se mueven a favor de uno u otro candidato los que podrían ser llamados “supercandidatos mediáticos”, celebridades de la farándula que votan diariamente en programas de televisión y entrevistas. Es cierto, su sufragio es virtual, pero con tanto reality show ¿qué ha quedado de eso que hace unos años llamábamos realidad?.
Numéricamente, entre los famosos que ya tomaron partido por uno u otro candidato parece haber un empate; pero los que respaldan a Obama impresionan más, por su mayor influencia en la opinión pública o por el grado de compromiso que asumen en el respaldo de su candidato.
Dejemos por esta vez de lado a McCain, porque los republicanos, y ahora con George Bush en el gobierno, no cuentan con muchas adhesiones entre las luminarias de Hollywood; muerto Charlton Heston, y con Arnold Swarzenegger confortablemente instalado en la gobernación de Califormia, la que lo acompaña en sus giras es la “superdelegada empresarial” Carla Fiorina, con tantas agallas como Hillary Clinton.
Entre los simpatizantes demócratas, se destaca el caso del famoso rockero Bruce Springsteen, quien no vaciló en escribir una carta abierta a los medios en la que afirma que Obama “habla a
El testimonio de Springsteen fue muy oportuno porque el conocido como el “bardo de los obreros”, lo elogió justo cuando Hillary acababa de acusarlo de elitista.
Otra fanática del senador por Illinois es la personalidad más influyente de la televisión, Oprah Winfrey, cuyo programa es visto diariamente por más de 8 millones de personas, y que con sólo mencionar a un autor o a un libro en el curso de una charla frívola (aunque sea uno que jamás ha leído, como Shakesperare o James Joyce) puede hacer que venda millones de ejemplares de un día para otro.
Obama, el elegido
Oprah gritó ante 40 mil espectadores que llenaron un estadio para escucharla, que Obama es “el elegido”. Oprah nunca había ido tan lejos -a favor o en contra- por un político.
La nómina de celebridades de Obama incluye también a Carolina Kennedy, Ben Affleck, Scarlet Johansson, Samuel Jackson, Robert De Niro, Jennifer Aniston y George Clooney. Este último resultó una revelación como endorser a nivel global; no sólo impulsa a Obama en los Estados Unidos, sino que además se reunió publicamente en Italia con Walter Veltroni, candidato demócrata en las recientes elecciones italianas.
Pero a juzgar por el resultado, se necesitaban varios Clooney, y varios Francesco Totti, el mayor ídolo de
El coro estelar de Hillary, como se dijo, tampoco es poca cosa. De su lado de ubicaron públicamente Barbra Streisand, Jack Nicholson, Magic Johnson, Elton John, Ted Danson, Tom Hanks, Judy Foster y Mary Steenburger, entre otros. Figuras que bien las querría Lux para sus testimoniales, pero que no han hecho ni la mitad de barullo que el producido por el seleccionado estelar de Omaha.
Claro que las celebridades brillan en las campañas cuando proyectan la luz que emiten sus respectivos candidatos. Obama es más carismático que Hillary, y se siente en su salsa en los programas de variedades que, tal como están las campañas, pueden llegar a influir en el resultado.
En el ciclo que conduce la veterana periodista Bárbara Walters, ella, Whoopie Goldberg y otras famosas se reunieron para recibir a Obama. El candidato salió airoso de todas las bromas, derrochó simpatía, y logró que las anfitrionas suscribieran el elogio de
Kennedy había ganado, en 1960, la pulseada al desabrido y poco telegénico Nixon; ahora Obama, el “Kennedy negro”, se enfrenta a una correligionaria inteligente, ambiciosa y batalladora, que nunca se rinde y que ni siquiera necesita ampararse en su condición de mujer para aspirar a la presidencia. El único atributo del género que se tomó, aconsejada por quienes la tildaron de demasiado helada y distante, fue el esbozo de un “puchero” ante las cámaras que se convirtió en la noticia de la semana.