Después de haber mantenido durante más de 30 años una negativa cerrada, los editores franceses acaban de ceder en su posición de impedir que se haga publicidad televisiva de libros, una actitud que mantenían por considerar que ese tipo de despliegues puede arruinar a muchas editoriales pequeñas.
El primer spot de esa categoría apareció el 1° de enero y fue para de Confidences royales, la edición francesa de los relatos de Paul Burrell de sus servicios para la princesa Diana.
El editor, Michel Lafon, que ya vendió 100 mil ejemplares del libro, eligió utilizar el blanco y negro para el comercial, una manera de poner el foco en que el libro es “un clásico thriller”.
El permiso para que los editores hagan publicidad televisiva fue concedido por el ministro de Cultura, Jean-Jacques Aillagon, que cedió a amenazas recibidas desde los organismos de la Comunidad Europea, en Bruselas, en el sentido de que Francia debería enfrentar sanciones si continuaba proclamando en esa materia la “excepción cultural”, un eufemismo por proteccionismo.
Al mismo tiempo, Francia fue instada también a levantar la prohibición de emitir comerciales de TV para cadenas de supermercados y los diarios de circulación masiva.
“Será desastroso”
El Sindicato Nacional de la Edición, que nuclea a los editores de libros, estaba hasta ahora de acuerdo en que la publicidad de su rubro sólo se pudiera emitir por canales de satélite y cable. Su chairman, Serge Eyrolles, dijo reiteradas veces que sería “desastroso” que los comerciales llegaran a la TV abierta, porque “muchas pequeñas firmas están en un estado precario” y les resultaría imposible absorber el impacto de la competencia de las mayores.
Bernard Lefort, que acaba de fundar su propia empresa editora, Sextant, dijo que “de ahora en adelante va a ser más y más difícil lanzar nuevos autores” a raíz del levantamiento de la restricción.
“A menudo, se necesita una gran dosis de paciencia antes de que los nombres se conviertan en conocidos”, agregó Lefort. “Sólo podemos especular si autores contemporáneos premiados como Michel Houellebecq y Amelie Nethom habrían sido internacionalmente conocidos como ahora si su lanzamiento hubiese sido ahogado por campañas masivas de publicidad televisiva” de otros autores y libros.
Las otras restricciones
La reticencia a permitir que las cadenas de supermercados hagan publicidad a nivel nacional proviene, a su vez, de temores de que destruyan a los pequeños comercios de ventas de alimentos.
Los diarios sufren, a su vez, grandes restricciones, porque sólo se acepta que hagan publicidad por TV si acceden a una forma de censura. En efecto, esos medios no pueden mostrar en los comerciales sus primeras planas, si ellas contienen avisos de cigarrillos, alcohol o medicamentos de venta bajo receta. El organismo de control de la TV, la CSA, tiene además que dictaminar si las notas que se publicitan quiebran reglas sobre propaganda política, que está estrictamente controlada en las emisoras televisivas durante las campanas políticas previas a las elecciones.
Esto explica que no haya diarios en la lista de espacios de publicidad de la TV francesa de los próximos seis meses, un período que cubre las próximas elecciones, tanto regionales como europeas, que tendrán lugar en Francia.
El primer spot de esa categoría apareció el 1° de enero y fue para de Confidences royales, la edición francesa de los relatos de Paul Burrell de sus servicios para la princesa Diana.
El editor, Michel Lafon, que ya vendió 100 mil ejemplares del libro, eligió utilizar el blanco y negro para el comercial, una manera de poner el foco en que el libro es “un clásico thriller”.
El permiso para que los editores hagan publicidad televisiva fue concedido por el ministro de Cultura, Jean-Jacques Aillagon, que cedió a amenazas recibidas desde los organismos de la Comunidad Europea, en Bruselas, en el sentido de que Francia debería enfrentar sanciones si continuaba proclamando en esa materia la “excepción cultural”, un eufemismo por proteccionismo.
Al mismo tiempo, Francia fue instada también a levantar la prohibición de emitir comerciales de TV para cadenas de supermercados y los diarios de circulación masiva.
“Será desastroso”
El Sindicato Nacional de la Edición, que nuclea a los editores de libros, estaba hasta ahora de acuerdo en que la publicidad de su rubro sólo se pudiera emitir por canales de satélite y cable. Su chairman, Serge Eyrolles, dijo reiteradas veces que sería “desastroso” que los comerciales llegaran a la TV abierta, porque “muchas pequeñas firmas están en un estado precario” y les resultaría imposible absorber el impacto de la competencia de las mayores.
Bernard Lefort, que acaba de fundar su propia empresa editora, Sextant, dijo que “de ahora en adelante va a ser más y más difícil lanzar nuevos autores” a raíz del levantamiento de la restricción.
“A menudo, se necesita una gran dosis de paciencia antes de que los nombres se conviertan en conocidos”, agregó Lefort. “Sólo podemos especular si autores contemporáneos premiados como Michel Houellebecq y Amelie Nethom habrían sido internacionalmente conocidos como ahora si su lanzamiento hubiese sido ahogado por campañas masivas de publicidad televisiva” de otros autores y libros.
Las otras restricciones
La reticencia a permitir que las cadenas de supermercados hagan publicidad a nivel nacional proviene, a su vez, de temores de que destruyan a los pequeños comercios de ventas de alimentos.
Los diarios sufren, a su vez, grandes restricciones, porque sólo se acepta que hagan publicidad por TV si acceden a una forma de censura. En efecto, esos medios no pueden mostrar en los comerciales sus primeras planas, si ellas contienen avisos de cigarrillos, alcohol o medicamentos de venta bajo receta. El organismo de control de la TV, la CSA, tiene además que dictaminar si las notas que se publicitan quiebran reglas sobre propaganda política, que está estrictamente controlada en las emisoras televisivas durante las campanas políticas previas a las elecciones.
Esto explica que no haya diarios en la lista de espacios de publicidad de la TV francesa de los próximos seis meses, un período que cubre las próximas elecciones, tanto regionales como europeas, que tendrán lugar en Francia.