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EL ESPACIO DE ALBERTO BORRINI

Esas frases hechas tan difíciles de hacer

El columnista de Adlatina reflexiona sobre el conocimiento y la potencia que encierran los refranes, las máximas e incluso los eslóganes.

Esas frases hechas tan difíciles de hacer
Según Borrini las frases hechas “son cápsulas del lenguaje que señalan el tránsito de del pasado al presente”.

No hacemos justicia a las frases hechas, como si fuesen tan fáciles de hacer. Importa poco que de las más entrañables, como “Dime con quien andas y te diré quién eres”, no se conozca el autor, no lo tengan y sean fruto de la sabiduría popular.

No importa porque en rigor son más que simples frases; son cápsulas del lenguaje que, bajo la forma de sentencias, máximas o refranes, incluso eslóganes, han ido señalando el tránsito de la practicidad o ejemplaridad verbal del pasado a los mil estímulos del consumo del presente. Dicho de otro modo, de ser poco menos que prótesis verbales de una manera de vivir, la de mi adolescencia, han pasado a potencian los argumentos de venta de famosas marcas comerciales.

Hay que comenzar por recalcar que hoy el mejor destino de una buena frase es convertirse en eslogan publicitario. Son imprescindibles, porque pese a que una imagen puede seguir valiendo más que mil palabras (algo que cuestiona diariamente un medio visual por excelencia como la televisión, donde ahora se habla más de lo que se muestra), muchos anuncios desenlazan en el nombre de una marca y una frase que la potencia, acaso la más elaborada y decisiva de todas.

Antes las frases hechas eran como mandamientos ejemplares que la gente, mucho más inocente que ahora, acogía familiarmente y las pasaba de padres a hijos. “Al que madruga Dios la ayuda”, era una máxima que nadie osaba cuestionar; “A Dios rezando y con el mazo dando” probaba en cambio que la religión, incluso en una época con más valores espirituales que la presente, podía convivir fácilmente con soluciones más rápidas, mundanas y sobre todo, drásticas.

Propongo como una diversión familiar recordar y enjuiciar frases o refranes que regían la vida de los abuelos y que hoy no resisten la picardía de hijos y nietos. En este punto debo recomendar un libro: Frases célebres, una recopilación de F. Caudet Yarza (Mateos, Madrid). En casa solemos hacerlo, y hoy alguien trajo a colación “Lo breve si bueno es dos veces bueno”. Se objetó que el sólo hecho de acortar una cosa sea garantía de su bondad, pese a puede admitirse de que cada frase depende del contexto en que se inserta. La brevedad del discurso de un político en campaña, por ejemplo, puede ser doblemente bueno para los ciudadanos convertidos en rehenes de esa fuerza ciega de la naturaleza que es la oratoria de candidatos en campaña.

Parece irrefutable que, pese al tiempo que lleva dando vueltas al mundo, la frase “Dime con quien andas y te diré quién eres” conserva su vigencia, aunque su validez dependa mucho del interés que los mayores pongamos en vigilar la compañía de nuestros hijos y nietos. Una condición paternal que se diluye desde que el televisor es el centro del hogar, cuyo monólogo nos absorbe varias horas diarias, y el celular la mejor compañía de los adolescentes, casi sin distinción de edad y sexo.

De todos modos, pese al ambiente mediático en que nos movemos, y que enfatiza la presencia de los anuncios, hay que reconocer que algunas frases llevan gallardamente su avanzada edad, que en los ejemplos más brillantes pueden ser siglos.”Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla”, de una sabiduría incuestionable, la escribió Confucio 500 años antes de Cristo. De las muchas frases acuñadas por Voltaire en su Diccionario Filosófico, extraigo otra que no tiene desperdicio: “La ignorancia afirma o niega; la ciencia duda”.

Mis amigos y mis lectores saben de mi consuetudinario afán por enriquecer los libros con algunos recortes sueltos que se suman a sus páginas, lo que ha terminado por convertirlos en emparedados literarios del que sobra el fiambre por todos lados. Al volumen de “Frases célebres” ya mencionado, agregué la feta de un recorte acerca de las mujeres, en el que campea esta joyita del feminismo:

“Detrás de todo hombre que triunfa hay una mujer sorprendida”. Cosas de mujeres, que además de frase hecha, es un eslogan.

Alberto Borrini

por Alberto Borrini

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