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PRÓXIMA EXHIBICIÓN EN EL MUSEO METROPOLITANO

Frank Stella: de la pintura a la arquitectura

Desde mayo hasta julio, podrán verse en Nueva York distintas obras de este artista, que van desde dibujos hasta frentes de edificios. Su arte es minimalista y conceptual.

Frank Stella: de la pintura a la arquitectura
Inició sus estudios artísticos en la Phillips Academy y en la Universidad de Princeton, viéndose influido por las obras de Noland.
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Frank Stella es uno de los más destacados artistas contemporáneos del mundo, y también uno de los más prolíficos e innovadores. Su fama comenzó en Nueva York en el año 1963, sólo cinco años después de egresar de la Universidad de Princeton. Él fue el artífice de una variación a la pintura abstracta que le permitió superar el callejón sin salida en el cual había quedado el expresionismo abstracto. Agregó un toque más conceptual y menos gestual al tema. Ahora, el Museo Metropolitano de Nueva York le hizo una retrospectiva.
Desde aquel brillante comienzo hace casi 40 años, Stella ha sorprendido a sus seguidores con bruscos cambios de timón. En los años ‘80, renunció a la superficie plana de la tela para agregar la tercera dimensión a su obra. Comenzó a incorporar metal y otros materiales con volumen en sus trabajos, y pasó de la pared a producir enormes esculturas de aluminio o acero. Y desde entonces viene llevando los límites de su obra más allá de los alcances de los espacios institucionales, llegando hasta el territorio de la arquitectura.

Stella figura entre los pocos nombres que quedan del siglo XX. Junto con Robert Rauschenberg se ha dedicado a una obra monumental que mezcla técnicas, materiales y desafíos. Su creatividad sigue en plena floración, a los 67 años. Para producir sus obras, que pueden pesar toneladas, ha armado una red de fábricas industriales y talleres especiales, además de su propio estudio, que se encuentra en lo que fue un cine en Manhattan. Ahí arma las maquetas de sus obras, antes de enviar los planos a alguno de los talleres para su preparación y montaje.
Su obra está dispersa por el globo; numerosos museos en los Estados Unidos, Europa, Japón y hasta Chile tienen ejemplos de su desenfrenada creatividad. Stella donó una obra al Museo de la Solidaridad en 1971, como también lo hicieron tantos otros de los grandes artistas de aquel entonces.

Y, desde mayo hasta fines de julio, la mayor parte de su obra será exhibida en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. En esta exhibición, se mostrará el paso de su arte bidimensional a las tres dimensiones y su revolución dentro de la arquitectura. Ésta será la segunda muestra del museo de artistas que se acercaron a ese arte. La primera fue Santiago Calatrava: escultura hacia la arquitectura. Ésta es la primera exposición de Stella en el Met.
Este pintor ha obtenido varios reconocimientos y ha participado en varias muestras en Latinoamérica. Entre ellas, una mención honorífica en el concurso para el Museo de Arte Latinoamericano en Buenos Aires. Además, participó en la Bienal de Sâo Paulo de 1989, con varias de las obras grandes de su serie. Sus contactos con el Cono Sur, sin embargo, son cercanos, gracias a su pasión por los caballos de carrera; ha adquirido ejemplares ganadores en Chile y en la Argentina. Su primera presencia en Buenos Aires fue como invitado al legendario Premio Internacional Torcuato Di Tella de 1965, a sus 29 años de edad, donde presentó tres enormes obras: Abajo (verde), de 1964, Planta urbana (1964) y Gezira (1961).
En 1997, presentó un proyecto arquitectónico para el edificio del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, de la Colección Costantini. El edificio que diseñó fue una suerte de resumen de la serie Moby Dick. Los ganadores, en un certamen duramente peleado que dirimió un distinguido jurado internacional, fueron tres jóvenes cordobeses; Stella recibió una mención honorífica.


Moby Dick: su proyecto más ambicioso
Esta serie en su totalidad alcanza centenares de obras de variadas técnicas, e incluye esculturas de grandes dimensiones y cuadros de hasta diez metros de largo, incluso el plano para un edificio.
La serie Moby Dick fue realizada entre 1985 y 1997. Es imposible abarcarla: nunca ha sido expuesta en su totalidad. Es un fascinante recorrido por la clásica novela de Herman Melville, una obra hecha para cada uno de los 132 títulos de los capítulos de la novela. Además de este núcleo de obra, Stella hizo numerosas variantes, llegando a más de 2 mil piezas. Éste es el proyecto más ambicioso que el artista haya emprendido en su carrera.

La idea de crear una obra que reflejara los títulos de los capítulos de la obra maestra de Herman Melville se originó en una de sus visitas al acuario de Coney Island, de Brooklyn, en 1985, acompañado por sus dos hijos, Patrick y Peter.
Al observar las ballenas beluga por milésima vez, le salió el impulso de integrar la ballena y las olas del mar en una nueva serie de obras. Decidió releer a Melville y utilizar los 132 títulos de capítulos como la columna vertebral de su proyecto. El proyecto Moby Dick generado cambios sustantivos en la dirección de la obra de Stella. Por un lado, empezó a introducir elementos reconocibles -como caras o colas de ballenas- en la estricta abstracción que había sido su marca registrada. Y por otro, el artista permitió a la obra salir más y más de la superficie de la pared, alcanzando un volumen que desconcertó a todos sus seguidores.
La serie, completa hace siete años, llegó a 2.700 obras individuales, incluyendo los tirajes de las obras gráficas y los demás objetos: cien grandes relieves metálicos, collages, nueve esculturas, un mural arquitectónico y un edificio aún no realizado. La serie se ha ido desintegrando en sus giras por los Estados Unidos, Europa y Oriente, quedando algunas obras en manos de museos y coleccionistas.
Hay muy pocas personas que conozcan de cerca la serie en su totalidad. Esta dispersión es parte de la estrategia que Stella adoptó al profundizar en las actitudes de Melville. El escritor había señalado que nadie puede ver a la vez toda una ballena.
Hoy nadie puede ver la serie Moby Dick en un solo lugar ni en un solo hemisferio. Pocos se acuerdan, por ejemplo, de que el modelo de Melville para Moby Dick fue una ballena de las aguas del Pacífico de Chile, ni de que el Capitán Ahab llevó el barco Pequod a Buenos Aires en su travesía desde Nueva Inglaterra hasta el Oriente. Pero la obra de Stella aún no ha seguido todo el curso de su inspiración.

Stella, a raíz de sus intenciones, dijo en una conferencia de prensa que la serie partió del deseo de “intentar captar el espíritu de la aventura en su totalidad. El meollo del asunto para mí no es el detalle, sino el ímpetu: lograr hacer fluir la imaginación”. El artista rescata la velocidad de lo sugerido, trata de concentrarnos en lo fugaz hasta lo efímero del pensamiento visual y de la imaginación. Lo que busca el artista es que el espectador sea capaz de ver y pensar simultáneamente, al entregar la atención a esta compleja pero, a la vez, enriquecedora serie.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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