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LA COLUMNA DE MARIANA HERNÁNDEZ

No sé si lo necesito, pero lo quiero

La directora de planificación estratégica de Draftfcb México reflexiona sobre la unión entre deseo y tecnología para dar cuenta de un paradigma según el cual “todo tiene que ser y puede ser además de útil y eficiente, bello”.

No sé si lo necesito, pero lo quiero
Hernández: "Somos seres inteligentes, creativos y amantes de la belleza y las respuestas seguirán naciendo de estas cualidades intrínsecamente humanas".

Hace algunos meses conocí brevemente a Idris Motee, de Idea Couture, en un encuentro de la Asociación Mexicana de Agencias de Publicidad. Sus palabras le dieron otro “empujón” a la puerta ya abierta a la reflexión sobre nuevos paradigmas de creatividad que estamos haciendo en México y aun más en toda Latinoamérica. Diseño (entendido no como diseño gráfico, sino más como diseño industrial) y creatividad han sido departamentos conjuntos pero separados en los procesos de generación de ideas,  pero ya desde hace un tiempo, son la misma cosa. La necesidad estética es un paradigma fundamental aquí: todo tiene que ser y puede ser además de útil y eficiente, bello.

La línea de aplicación de la innovación conocida como design thinking que trasciende el diseño entendido como la planeación y creación de un “algo” nuevo (desde un edificio hasta un teléfono), se enfoca más en una postura una desde la cual abordar la realidad: la estética logra que los objetos creados sean aun más anhelados porque se suscita esa fuerte relación entre deseo y necesidad. O ese “no tengo idea de si lo necesito, pero lo quiero”.

Producir este anhelo es una gran fortaleza competitiva. Y de esta ventaja es que crece la importancia del diseño como herramienta de negocio en las últimas cinco décadas. Un ejemplo concreto de esta filosofía hecha empresa la vemos en Ideo. Esta iniciativa, como saben, nace desde el diseño para generar innovación, y todo lo que crean y activan tiene esta búsqueda estética que no cae en la trampa del “beneficio puramente funcional”.

El diseño es transformación. Se trata de hacer que el deseo y la tecnología sean la mejor pareja posible. Un producto puede evolucionar sustancialmente su nivel competitivo cuando la innovación se aplica “solo” a su diseño, aunque no a su funcionamiento esencial. Así de importante es esta perspectiva.

Somos seres inteligentes, creativos y amantes de la belleza y las respuestas seguirán naciendo de estas cualidades intrínsecamente humanas.

Tanto discutir sobre si un producto es emocional, racional o hasta “emoracional” y la verdad (o la neta, como decimos aquí) es que somos irracionales y viscerales: cuando algo (o alguien) nos gusta, nos gusta y ya está, sin mayores explicaciones y he aquí el maravilloso insight de que lo bello y bueno, doblemente bueno. El deseo nos mueve más que ninguna otra fuerza.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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