Publicidad Chile

DIRECTOR DE CINE DE LA SEMANA

Pineda: “La filmación puede ser lo peor y lo mejor a la vez”

Sergio Pineda es director de CineCien gracias a Alejandro Molina, quien se dio cuenta de que tenía vocación de director y lo convocó como asistente. En diálogo con adlatina.com, contó que está en etapa de postproducción de un largo en el que comenzó a trabajar hace ocho años; y que se está acercando al documental.

Pineda: “La filmación puede ser lo peor y lo mejor a la vez”
“Me cuesta leer, me cuesta concentrarme, pero me puedo quedar detenido en alguna esquina de alguna ciudad sin razón alguna”, reflexiona el director.

Sergio Pineda lleva unos años como director de CineCien, pero todavía tiene una materia pendiente: terminar su largometraje que empezó hace ocho años. Su primera experiencia como director fue más de lo que él mismo imaginaba: “Mi primer proyecto fue una campaña de cuatro comerciales, que hice en un día con tres latas de 16 milímetros, cosa que nunca volví a repetir, pero que resultó un éxito en cuanto a festivales, agencias y cliente”, sostuvo Pineda.

 

-Adlatina.com: ¿Cómo llegó a CineCien?

-Sergio Pineda: A los 26 años, después de pasearme por un canal de tv, comencé a dirigir mi propio largometraje, imágenes que me ayudaron a convencer a Alejandro Molina, director de CineCien, para que fuera su asistente. Ya había preguntado en un par de productoras pero nadie había tenido muy en cuenta. Alejandro vio esa cosa en bruto que uno puede tener al principio, y me dio la oportunidad de conocer el cine publicitario. Mi labor como asistente de dirección fue pésima, él tuvo la paciencia de soportarme y me aporreó lo suficiente para que aprendiera rápido. Él mismo me dijo desde un principio: “De aquí a un año, vas a estar dirigiendo”. Nueve meses después entré a la oficina del dueño de la productora, Ricardo Fernández de Rota, pidiéndole una oportunidad, todo validado por un par de cortos y un largo sin terminar. Ricardo se arriesgó y, pese a la oposición de la agencia, me dio mi primer proyecto. Una campaña de cuatro comerciales, que hice en un día con tres latas de 16 milímetros, cosa que nunca volví a repetir, pero que resultó un éxito en cuanto a festivales, agencias y cliente. De ahí en adelante no he parado de trabajar, haciendo realidad un sueño de tuve desde muy joven.

 

-¿Qué significa el cine para usted?

-S.P.: El cine es la única forma que tengo de vivir en esos lugares en los que nunca podré estar, de conocer a los personajes con quienes nunca me toparé y de aprender sobre cosas que no me imaginaba. Es por eso que me gustan el cine de época, el futurista, el bélico y las historias de amor. Me gusta ver más cine que hacer cine, me gusta meterme en esa magia y no tratar de reconstruirla después de que un guión se ha desarmado en cientos de pedazos, buscando el mejor plan de filmación. Cualquiera que haya filmado un largo se puede dar cuenta de lo difícil que puede ser mantener la pasión de la historia en el rodaje, el sentido que tiene y no caer bajo la presión de productores, actores, equipo técnico y otros más. Pese a eso, preparo mi guión, en donde voy a poner el mundo en el cual me gustaría vivir, el que me imaginé cuando trabajaba en medio del desierto chileno, para después, satisfecho, dejarlo por completo.

 

-¿Cuáles son en su opinión los defectos y virtudes de la región en cine?

-S.P.: El difícil crecimiento de la industria, del negocio, es para mí algo que detiene al cine de la zona, algo que en mi país no se da y hace que las películas sean un riesgo y un buen intento de algunos valientes. Pero tenemos mucho que contar y de forma más natural, creíble, con sentimiento y pasión, quizás más que muchos que lo tienen todo para hacer cine.

 

-¿En qué proyectos está trabajando?

-S.P.: Lo que me atormenta hoy es poder terminar el largometraje que comencé hace 8 años, al que le debo todo lo que tengo y del que sólo me falta la postproducción, para después darle pie a esa gran historia que contaba antes.

Además, por estos tiempos, me he acercado mucho al documental y espero hacer un seguimiento a una vuelta de ciclismo en San Juan, en la Argentina, un acontecimiento notable y soberbio.

 

-¿Con qué aspecto del proceso de creación de un comercial disfruta más?

-S.P.: La filmación puede ser lo peor y lo mejor a la vez. Los directores son raros, gritan, no hablan, son pesados o demasiado simpáticos, porque sufrimos durante una filmación; y el que secretamente no sufre, es porque ya viene de vuelta y se le acabó la pasión. Pero también es cierto que no hay nada mejor que usar todo tu talento a mil por hora en busca del mejor resultado; no hay nada mejor que mover la cámara, buscar el lente o ángulo perfecto. Yo improviso mucho en mis filmaciones y hasta he sido capaz de llegar a una locación sin conocerla. De verdad eso me gusta mucho, que me reten a sacar el mayor provecho de cada cosa y elemento en muy poco tiempo.

 

-¿En qué cambió la tecnología digital el trabajo de los directores?

-S.P.: La tecnología ayuda a que el trabajo sea más fácil, a que tengas más opciones y puedas inventar otras cosas que años atrás no podías. Ayuda a trabajar desde casa y a estar más con los tuyos. Pero también tiene su lado peligroso: la tecnología te obliga a estar ahí y conocer de todo lo que salió hoy y saldrá mañana, te obliga a ser actual, es la conexión con las próximas generaciones. Te obliga a ser más efectivo en tus decisiones, en lo que recitas en el día, porque fácilmente te puede dejar y, sin darte cuenta, ya nadie va llamarte para trabajar. En realidad tiene que ver con estar conectado, ser culto, saber lo que está pasando.

 

-¿Cómo se ve el mundo a través del visor?

-S.P.: El mundo es como un gran set; quienes filmamos muy seguido estamos acostumbrados y deformados, condicionados a ver todos los lugares con ese lente que tienes en el ojo. A veces las cosas se detienen y entra la banda sonora y armas tu escena. Será por eso que me cuesta leer, me cuesta concentrarme, pero me puedo quedar detenido en alguna esquina de alguna ciudad sin razón alguna. Será por eso que hablo poco, que me canso moviendo la boca y sólo me gusta mirar, con los oídos tapados a 48 cuadros por segundo y con lente 85 milímetros.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

Compartir