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EL ESPACIO DE JORGE DELL’ORO

Por el rating, ni los muertos pueden descansar en paz

En esta nota, el columnista de adlatina.com analiza el gran perjuicio que sufre la sociedad argentina a raíz del que llama síndrome del rating, que mueve a los canales de TV a buscar cada día más morbo y a introducirse en la privacidad de la gente, para ganar algún punto en la pelea constante contra la competencia.

Por el rating, ni los muertos pueden descansar en paz
“¿Dónde están los grandes anunciantes que se llenan la boca con los planes de Responsabilidad Social Empresaria”, se pregunta Dell’Oro.

La difusión de las fotografías del cadáver de Nora Dalmasso por América TV el 28 de junio pasado da la pauta de hasta cuán lejos se puede ir en la televisión argentina con el afán de conseguir un poco más de audiencia.

No cabe duda de que la sociedad argentina está invadida de violencia y que la televisión se ha transformado en vocero de este fenómeno.

La transgresión de la ética parece no tener límite. Cada día el medio audiovisual da un paso más mostrando escándalos, sexo y ahora el morbo, con fotografías que jamás deberían haber salido del ámbito forense.

Los medios deben, responsablemente, fijar un límite entre la información sobre hechos de brutalidad,  el crimen y la propaganda de la violencia, como también  sobre actos demenciales de horror que son el tema preferido de algunos periodistas que trivializan la violencia y se han convertido en publicistas del morbo.

De ninguna manera estoy propiciando callar los hechos trágicos, pero también es indebido magnificarlos y aprovecharlos en forma amarillista sin respetar el dolor de quienes lo padecen.

En televisión vemos últimamente cómo se quebrantan horarios de protección al menor, la intimidad de las personas, se comentan falsedades y atropellos en contra del buen nombre, la honra y la fama de las personas.

En definitiva, la ligereza informativa es el insumo básico aun en aquellos programas que presumen de “investigativos”.

Vivimos en democracia y en ella la información imparcial es fundamental para que los ciudadanos conozcamos y comprendamos lo que está sucediendo. El equilibrio informativo es, por lo tanto, indispensable. No digo objetividad, porque a esta altura ese no pasa de ser un término bien intencionado.

Oriana Fallacci dijo una vez: “Odio la palabra objetividad; yo siempre uso las palabras honestidad y rectitud”.

La imparcialidad y la responsabilidad, parámetros básicos de los medios que se mueven en un marco ético, están amenazados por el síndrome del rating.

 

Una encuesta

El 6 de junio de 2007 se presentó una encuesta encargada por la Mesa sobre Televisión y Valores, que actúa dentro del Foro Social y que está integrada por diversas organizaciones de la sociedad civil y representantes de los credos religiosos: católicos, evangélicos, judíos e islámicos.

La encuesta, de carácter nacional, sobre la percepción de la población con respecto a los medios, fue realizada por IPSOS Mora y Araujo.

Según sus resultados, la primera calificación espontánea de la gente, fue describir a la televisión en términos mayormente negativos, como malísima, horrible, desastrosa, zarpada, pervertida, desubicada, inmoral, basura, porquería, deplorable.

Para el 72% de los encuestados, la televisión es percibida con un alto poder de influencia en la educación de los menores y, un 88% sostuvo que no ayuda a los padres a educar a sus hijos.

Para la gran mayoría, 82%, los chicos imitan las conductas y el lenguaje que ven y oyen en la televisión y esto trae problemas en la escuela.

Por otra parte, con cifras que oscilan entre el 85% y el 90%, resultan casi unánimes las opiniones a favor de evitar ciertos contenidos en los horarios en que los chicos están frente a la pantalla, especialmente las escenas de violencia y sexo, que son las que más molestan.

Después de estos resultados cabe preguntarse dónde está el CONFER como autoridad autorizada a sancionar las frecuentes transgresiones que los canales cometen con total impunidad.

Pero también es bueno preguntarse dónde están los grandes anunciantes que en su mayoría se llenan la boca con los planes de Responsabilidad Social Empresaria? de sus compañías. ¿No será que esa responsabilidad deja de ser tal cuando es momento de poner sus spots en programas de alto rating, aunque éstos no se adecuen a lo que la ley determina, y carezcan de marco ético?

Vuelvo a preguntar: ¿cuál es la Responsabilidad Social Empresaria? Si alguno está libre de faltas a la responsabilidad que arroje la primera piedra.

De lo contrario, seguirán avalando la falsedad, el no respeto a la vida privada, al dolor humano, la vanidad y la arrogancia.

Y qué decir de la inconciencia que atropella el nombre, la honra y la fama de la gente, las ligerezas y la superficialidad, la exageración de las noticias, la manipulación, la tendenciosidad, la miserabilidad, la venalidad periodística, el síndrome del rating, las informaciones comprometidas, y la traición a la opinión pública, cuando todos son despropósitos que sacrifican la libertad y el derecho a la información.

Redacción Adlatina

por Redacción Adlatina

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