Mi larga relación periodística con Carlos Méndez Mosquera hilvanó las distintas facetas de la carrera del publicitario, diseñador, catedrático y editor que acaba de fallecer.
Como publicitario, me quedó grabada una de las primeras entrevistas que mantuvimos, cuando su agencia Cícero, creada en 1954, se mudó sobre el final de la década siguiente a uno de los últimos pisos de la torre de Florida y Paraguay. La nota se publicó en la revista Primera Plana con un título del que sigo sintiéndome culpable: “Una agencia en las nubes”.
En nuestros encuentros posteriores, solíamos hablar de publicidad y de diseño gráfico; Carlos, empeñado en elevar la categoría profesional del diseño, era por entonces uno de los promotores de la carrera de la especialidad en
Yo no perdía oportunidad de mencionar en mis columnas al maestro francés del diseño industrial, Raymond Loewy, creador de locomotoras, automóviles y electrodomésticos, y en especial de una nueva marquilla para los cigarrillos Lucky Strike que inició la edad moderna del packaging del producto. El libro más famoso de Loewy, Lo feo no se vende, fue el punto de partida de conversaciones en las que aprendí mucho..
En fecha más cercana, 2005, nos volvió a reunir otro libro, “Publicidad, diseño y empresa”, que editó Infinito, el sello al que últimamente Méndez Mosquera consagraba la mayor parte de sus esfuerzos. Ya no recuerdo si la idea de hacerlo partió de él o de mí. Poco importa. Pude conocer, así, otra faceta de Carlos, la de editor riguroso que se esmera tanto por la presentación exterior como por la legibilidad del contenido.
Carlos Méndez Mosquera se graduó de arquitecto, pero se enamoró perdidamente del diseño. Creó con sus colegas y amigos Tomás Maldonado y Alfredo Hlito el primer estudio de diseño del país, Axis; abordó la publicidad desde esa orilla y la dotó de un sentido estético que hizo de Cícero una agencia de vanguardia en ese aspecto.
Publicidad y diseño gráfico convivieron armónicamente durante toda su trayectoria. Fue presidente de
Méndez Mosquera integró la memorable generación de comunicadores que inspiró la revolución creativa de los años ‘60 con sus colegas y amigos David Ratto, Hugo Casares y otros sobresalientes profesionales cuya fuerte influencia se extendió a las generaciones posteriores.