Los Wunderkammern o Cuartos de curiosidades aparecieron a mediados del siglo 16 en Europa como lugares en los que se coleccionaban una multitud de objetos raros o extraños. Estos combinaban especímenes, diagramas, e ilustraciones de muchas disciplinas; y marcaban la intersección entre ciencia y superstición, representando los tres reinos -animal, vegetal y mineral- además de realizaciones humanas.
Luego de varios siglos, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) organiza una exhibición que presenta una interpretación contemporánea de estos tradicionales cuartos de curiosidades juntando trabajos de diversos artistas del siglo 20 y 21 que también se sintieron atraídos por los objetos y fenómenos extraordinarios.
La exposición titulada Wunderkammern: un centenio de curiosidades incluye libros, dibujos, ilustraciones, y fotografías, y abarca temas tan variados que van desde maravillas arquitectónicas, máquinas imposibles, a expresiones de los mundos animales, vegetales y minerales.
Los artistas representados en la muestra -que puede ser vista del 30 de julio hasta el 10 de noviembre de 2008- son Hans Bellmer, Peter Blake, Louise Bourgeois, Max Ernst y Damien Hirst, entre otros.

Un poco de su historia
En general en los cuartos de maravillas se exponían las curiosidades y hallazgos procedentes de nuevas exploraciones o instrumentos técnicamente avanzados. Ese fue el caso de la colección de objetos del zar Pedro el Grande. En otros casos se atesoraron cuadros y pinturas, como fue el caso del archiduque Leopoldo Guillermo. Aparecieron durante el Renacimiento en Europa.
Los cuartos de curiosidades son los antecesores directos de los museos. Tuvieron un papel fundamental en el despegue de la ciencia moderna aunque reflejaban las creencias populares de la época (no era raro encontrar sangre de dragón o esqueletos de seres míticos). La edición de catálogos, generalmente ilustrados, permitieron un acceso al contenido para los científicos de la época.
Estos cuartos desaparecieron durante los siglos XVIII y XIX. Los objetos considerados más interesantes fueron reubicados en los museos de arte y de historia natural que se comenzaban a crear. Tuvieron gran importancia en el estudio temprano de ciertas disciplinas de biología al crear colecciones de fácil acceso de fósiles, conchas e insectos.